martes, 15 de septiembre de 2009

"EL ENCOMIO DE LA ESTULTICIA"


ERASMO DE ROTTERDAM

Erasmo de Rotterdam, el célebre humanista europeo, en "El Elogio de la Locura" o "El Encomio de la Sandez" o "El Encomio de la Estulticia" investiga una de las pasiones más comunes del ser humano: la sandez..

Analiza el séquito de la sandez y señala que está constituída por la simpleza, la embriaguez, la adulación, el amor propio, el olvido, la pereza, la voluptuosidad, la demencia, la molicie, por Morfeo y por el Como.

Para, Erasmo de Rotterdam, la sandez consiste en arrastrarse por las pasiones; señala que estamos en un mundo, “(…) en que todo lo que se hace aquí abajo entre los hombres está tocado de sandez y hecho por los sandios o para los sandios (…)” (1) (pp.62). Y, que al reino de la sandez pertenecen todas las humanas pasiones.

Erasmo de Rotterdam, tomando como referencia a Horacio, Cicerón, los estoicos, la Biblia - el Eclesiástes- y otros escritos y/o manifestaciones de los filósofos de la antigüedad, pretende demostrar que el Mundo está lleno de sandios, que la sandez es el patrimonio de todos los mortales y, que entre otras cosas, que la alegría de nuestra existencia se debe a la sandez. Y para ello, hace hablar … a la Sandez.

LA SANDEZ Y LA SABIDURIA

La Sandez dice que la sabiduría convierte en tímidas a las personas. Los sabios viven en la estrechez y la necesidad mientras que los sandios en la riqueza, son partícipes de los gobiernos y tienen las ventajas que la vida les puede dar. Para la Sandez “(…) Dos obstáculos hay que vencer para llegar al verdadero conocimiento: la timidez, que obscurece las ideas, y el temor, que exagerando el peligro aparta de las grandes empresas (…)” (pp.65), ya que, los que están más lejos de la felicidad son los que cultivan el saber. Asimismo, la Sandez , señala que: “(…) La sabiduría inoportuna es una sandez, del mismo modo que es imprudente la prudencia mal entendida (…) y es prudencia mal entendida no saber acomodarse a su época y las circunstancias (…)” (pp.67).

La Sandez dice que: “ (…)el sabio, hundido hasta el cuello entre la vetustez de sus libros, no aprende más que vanas sutilezas, mientras que el sandio, luchando en el torbellino de la vida, adquiere a mi juicio, la verdadera prudencia (…)” (pp.65).

Y, “ (…) La verdadera prudencia consiste en que el individuo se dé cuenta que es mortal y que, por tanto mejorará en no emplear más sabiduría que la estrictamente compatible con la generalidad de los hombres y hacer la vista gorda para los errores de la humanidad, si es que no quiere tomar parte en ello(…)” (pp.68).

Asimismo, la Sandez nos dice que: “ (…)todas las humanas pasiones pertenecen por completo a mi reino, porque el necio se diferencia del sabio en que aquel se deja gobernar por ellos, mientras que éste las rechaza siguiendo los dictados de la razón(…) (pp.68)

Y, “(…) Los hombres más dichosos serán los que se abstengan en absoluto relacionarse con el saber y se gobiernen según los imperativos de la naturaleza, que nunca se equivoca ni extravió a nadie (…) (pp.75)

LA SANDEZ Y LA CIENCIA

La Sandez menciona que la ciencia ha generado todas las desventuras y a los científicos se les llama demonios, que en griego significa: los que saben. Señala que : “ (…) habiéndose corrompido poco a poco el candor de la edad de oro, fueron creciendo las ciencias, que deben su origen a un genio maléfico, según habéis oído; al principio fueron pocas y escasamente cultivadas, pero después la superstición de los caldeos y la ociosa fantasía de los griegos las multiplicaron enormemente, para tortura de la inteligencia, hasta el punto de que una sola de ellas, la Gramática, basta y sobra para ser el verdugo del hombre”.(pp.74).

LA SANDEZ Y LA VERDAD

La Sandez menciona que “(…) Platón hace decir en su Banquete a Alcibíades que la verdad sólo se encuentra en el vino y en la infancia.(…)los sabios, según las palabras del mismo Eurípides, tienen dos lenguas: una que dice la verdad y otra que dice lo que le conviene(…)”(pp.79).
La Sandez nos dice que “(…) La verdad tiene como cualidad natural el agradar, siempre que no haya en ella nada ofensivo; pero este privilegio solo fue concedido por los dioses a los necios (…)”.(pp.80)

CONCLUSION

Erasmo de Rotterdam, en tono burlesco ridiculiza las pasiones humanas de los distintos integrantes de la sociedad. Todas las pasiones humanas pertenecen al reino de la sandez y a su séquito: La embriaguez (de donde nacen los filósofos, los reyes, los obispos, etc.); la simpleza (que te hace abandonar tus dogmas inflexibles, tu austera moral y te hace cometer una calaverada); el amor propio (de altivo rostro); la adulación ( de reidores ojos y que está aplaudiendo) ; el olvido ( aquella que aparece como aletargada); la pereza ( se apoya en los codos y entrelaza los dedos); la voluptuosidad ( la que está coronada con una guirnalda de rosas y que despide de su cuerpo tan dulces aromas); la demencia ( de ojos extraviados y movimientos inquietos); la molicie (de cutis impoluto y de cuerpo bien torneado); el como ( genio de los banquetes); el morfeo (preside el sueño); y otras pasiones como la chanza, la amabilidad, el disimulo, la ilusión que son las pasiones más comunes de los hombres . Y, en el caso del saber, la ciencia y la verdad no nos explica dónde hallarlas.

R:.H:. Faustino Beraún Barrantes
Venerable Maestro
R:.L:.S:. Inca Garcilaso de la Vega Nº177

BIBLIOGRAFIA
(1) Erasmo de Rotterdam. “El Elogio de la locura”. Edicomunicación S.A. España 1998.
APORTE:


R.:H.: Faustino Beraún:

Mis especiales congratulaciones por traernos, una vez más a la memoria, una de las obras cumbres y clásicas de la literatura universal: El elogio de la locura del perspicaz Erasmo de Rotterdam.

Huelga decir que a través de sus otras obras, persigue una idea fundamental que es el renacimiento del hombre y por eso mismo de toda sociedad, en el doble sentido racionalista y cristiano. Teniendo en cuenta su primera orientación, es frecuentemente invocado como uno de los precursores y protagonistas del libre pensamiento que es naturalmente uno de los aspectos por el cual nos encontramos sintonizados con él.

El espíritu filosófico de Erasmo, en su manifestación más peculiar, se encuentra precisamente plasmado en el Elogio de la locura.

Se trata de una obra que llegó a ser rápidamente famosa y de las pocas suyas que aún hoy se leen con gusto.

¿Qué es esta locura? Erasmo lo va a presentar ante una asamblea que va a reunir a todas las naciones, clases, edades y allí, anuncia su propósito de hacer un elogio de sí misma.

Hija de Plutón – el dios de la riqueza- y de la Juventud, la Locura muestra cómo sus orígenes están ligados a la misma vida por estar enraizada en el amor y en la guerra, en el arte y en todo cuanto el hombre ha construido de bueno en la sociedad.

“Sin mí – afirma la Locura – el mundo no podría existir ni un momento. Porque todo lo que se hace entre mortales, ¿no está acaso lleno de locura? ¿No está ejecutado por locos y para locos?”
De esta manera, este gran humanista renacentista, se ríe de los excesos de la erudición y del racionalismo al contraponer la “locura como inmediatez de la vida en su irracionalidad creadora” y viene a mostrar cómo el fundamento de las cosas tiene en sí algo de inoperable para el hombre cuerdo.

La locura, por eso es energía creadora, pasión y ambas están hermanadas con el amor propio, que es la base de todas las grandes acciones humanas.

La Locura Erasmiana es una suerte de vara mágica que echa fuera, todo lo que se interpone a la comprensión de las verdades más profundas y severas de la vida; que nos hace aparecer como bajo las vestiduras de un rey aunque no seamos más que un pobre mendigó; y viceversa, como bajo la máscara del poderoso, así no sea más que un hombre vil.

La locura erasmiana rasga los velos y deja ver la comedia de la vida y los rostros verdaderos de quienes se esconden bajo las mascaras de los actores y busca, de algún modo, hacer que las cosas se acepten como son. Así, por ello, la locura erasmiana es reveladora de la verdad.

Existe también la otra locura, la alienada, que produce una alucinada sabiduría y que origina, por otro lado, la fundamental estupidez de tantas empresas humanas; y esta locura es, por supuesto, también objeto de la punzante ironía de Erasmo.

Estos dos temas de la locura están ligados estructuralmente a las dos vertientes de la obra. Si se me permite establecer una correlación de conductas, entre las propuestas planteadas por Erasmo y el comportamiento alucinado de su personaje: La Locura erasmiana. Veámoslo, desde la atalaya de este siglo y desde una apreciación muy subjetiva.

De un lado, está el pregón de Erasmo a través de sus obras y en el otro, la actitud que acomete eventualmente un loco erasmiano de nuestros lares.

Erasmo llama magnánimo al que sabe hacer gastos generosos en beneficio de la ciudad. El loco erasmiano considera magnánimo al que despilfarra o gasta un mínimo del erario fiscal en cosas inútiles pero vistosas para no tener que hacer grandes expendios en cosas necesarias.

Erasmo considera la benevolencia y la amistad como principio de unión entre los hombres (en las ciudades). El loco erasmiano considera los clubes nocturnos, los bares, las francachelas y las complicidades, como principio de amistades largas.

Para Erasmo, la vida ideal consiste en hacer “grandes cosas con medios limitados”. Para el loco erasmiano la vida ideal consiste en una costosísima mediocridad acompañada de placeres vulgares que considera refinados.

Para Erasmo, lo más valioso en esta vida es la amistad. Para el loco erasmiano nada hay más valioso que el status.

Erasmo considera que hay que tratar a los hombres de pocos recursos como aristócratas y a los plutócratas como iguales (más cierto toque de displicencia). Los locos erasmianos creen que al pobre hay que hacerlo sentir miserable. Y al rico (sobre todo si es un “pobre rico”), un “prohombre”. El hombre poderoso le impone una sensación de inferioridad. Pero nada que no pueda remediar identificándose con él. ¿Cómo se identifica con un “gran hombre”? Con lambisconería y adulación.

Erasmo piensa que los hombres más valiosos son los que procuran pasar desapercibidos en gracia a su moderación. Los locos erasmianos creen que un gran hombre tiene que ocupar la primera plana de los periódicos (es indiferente si por extravagancia o por pequeños o grandes escándalos financieros, amorosos o políticos).

Erasmo creía que la mesura era necesaria en todo. Los locos erasmianos creen que la farsa de la mesura es necesaria en todo.

Erasmo detestaba la charlatanería. Los locos erasmianos la aman y, para no ser copiados, están dispuestos a acusar a cualquiera que no lo sea, de charlatán (en especial al hombre superior). Es el modo más seguro para que un charlatán pueda ejercer su oficio sin obstáculos ni competencia inoportuna.

Para Erasmo la sabiduría es un viático para la vejez. Y la filosofía el arte del autoconocimiento. Para los locos erasmianos la sabiduría es un montón de inocencias dichas con gravedad, unas palabras petulantes que se contagian con la lectura de libros de autoayuda. La ocupación infame de quienes no han descubierto que el tiempo (y la farsa) es dinero. Los locos erasmianos tienen un viático para la vejez: el viagra, las Vegas y la pederastia.

Erasmo creía en el poder de un régimen constitucional. El loco erasmiano, como en general el peruano, se zurra en el régimen constitucional. Hay un antídoto contra las leyes: el dinero.

Erasmo era aristócrata en su concepción del hombre libre, democrático en su concepción de la política. El loco erasmiano es plutócrata (gobierno de los ricos) en su concepción del hombre libre y demagógico en su concepción de la política.

Erasmo amaba la verdad (que por lo general se hace acompañar de una extinción de la vanidad). Los locos erasmianos aman la vanidad (que por lo general hace de la verdad algo parecido a la prostituta de babilonia).

Erasmo pensaba que la justicia es la más alta de todas las virtudes (porque engloba a todas las otras) y se caracteriza por “hacer un bien a la ciudad, cosa más alta y más excelsa que el bien de uno solo”). Los locos erasmianos aman por encima de todas las virtudes a la astucia pues con ella se pueden practicar todos los vicios posibles: el engaño, la traición, el negocio “bajo la mesa”, la doble moral, etc.

Erasmo creía que la vida feliz es “la vida inteligente”. El loco erasmiano cree que la inteligencia es un elemento decorativo y que la vida feliz es un negocio rentable y poco exigente.

Erasmo pensaba que la vida es profundamente misteriosa. Y aunque no podía justificar un “más allá” desde la filosofía, abrazaba la tradición teológica de otros siglos. Su fe en que “existe otra vida” era inquebrantable. El loco erasmiano también es inquebrantable en su creencia en otra vida que, por cierto no duda que existe, pero le parece muy costosa.

Erasmo creía que lo más esencial (lo que nos confiere un destino) es lo que uno hace con su vida. El loco erasmiano cree que lo más esencial es no ser un pobre diablo (es decir: ser admirado por sus contactos, sus recursos y sus dineros).

Erasmo crecía que “todo hombre es lo suficientemente sensato para conocer la verdad”. El loco erasmiano cree que todo hombre es lo suficientemente “sensato” como para aprovechar la ocasión propicia para el enriquecimiento ilícito.

Erasmo decía que la filosofía ayuda a hacer libremente lo que otros hacen por coacción de la ley. El loco erasmiano dice que “su” filosofía sirve para hacer cualquier cosa o capricho sin la coacción de la ley (o de la conciencia moral).

Erasmo tenía un amor especial al conocimiento y la realidad, le parecía, estaban llenas de enigmas que desafiaban a la razón. El loco erasmiano tiene un amor especial por la frivolidad. Y la realidad, le parece, está llena de mentecatos que no sé como hacen para que les guste el futbol que se practica en el país.

La “vida buena” para Erasmo es trabajo, investigación, conversación y amistad. La “buena vida” es para el loco erasmiano surtidor de chistes de callejón, corbatas importadas y contratos millonarios.

Erasmo pensaba –como Platón– que la vida es difícil y que por eso se requiere de un “arte de vivir”. Pues el arte sirve para hacer cosas difíciles (de modo que transfigura la realidad cotidiana y le da dignidad). El loco erasmiano más bien es de la opinión de nuestra multicolor Susana Díaz: “La vida no vale nada”. Pero eso sí: “Vive la vida”.

Franjas importantes del pensamiento de Erasmo tienden a seguir confiando en la inteligencia y en la sobriedad, y nosotros con ellas. Ojalá sepamos cumplir las promesas de construir un país mejor y superar el retroceso que padecemos en casi todos los órdenes. Un TAF y renuévote mis felicitaciones. Jorge Godenzi Alegre